Al degradarse la realidad aparece la farsa y, en un segundo nivel, el esperpento; "Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento", aclara Valle-Inclán. Aquí el espejo cóncavo es una conciencia dolorida, una conciencia moral que escandaliza o aterra. Resulta patético que quien vea la verdad sea un ciego, Max Estrella, soñador perdido en un Madrid absurdo y hambriento.
Año de publicación: 1924
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